La Forcanada o Malh Des Pois (2.883) es una montaña icónica en el Valle de Arán. Su estética línea vista desde el Lac deth Hòro atrae la mirada del montañero ávido de hollar una de las cimas más bellas del Pirineo.

 

[ Cómo llegar ]

Saliendo de Viella por la N-230 en dirección al tunel de Viella, la carretera asciende y aproximadamente un kilómetro antes del túnel sale una pista forestal a mano derecha que se interna en el valle del rio Nere. Preferiblemente con un vehículo todoterreno esta pista nos conduce hasta una explanada herbosa donde podemos dejar el vehículo y comenzar a caminar por una senda que se adentra en un bonito bosque.

 [ Descripción de la ruta ]

Desde la campa herbosa, la senda comienza internándose en un pequeño bosque formando en ocasiones bellos túneles vegetales. No tiene pérdida, simplemente se trata de remontar el valle. Más adelante, el bosque desaparece y da paso a un zona mixta de bloques rocosos y vegetación a la altura de la cadera. Florido manto violaceo que constituye un primer plano perfecto para la intimidante figura de la Forcanada que ya se eleva en el horizonte. A medida que subimos, la pirámide de roca va mostrando los afilados contrafuertes que le otorgan, a primera vista, un cierto carácter inexpugnable. De pronto el sendero desemboca en la planicie que alberga el Lac deth Hòro (2068 m), zona idónea para sacar las mejores fotos de La Forcanada reflejada en las oscuras aguas del lago. Desde aquí hasta la cima nos queda una bellísima ascensión directa por rampas herbosas al principio, fatigosos pedreros despúes y una pequeña trepada final. Alcanzamos el diminuto y escondido lago del Estany Nere (2497 m) y tras un fuerte desnivel, llegamos a la base de un gran pedrero. La montaña ha vomitado un caos de piedras que nos hace retroceder un poco cada paso que damos sumergiéndonos en una brumosa sensación de pesadilla. Es como caminar en una cinta de correr, el esfuerzo no se traduce en avance. Nos metemos, por error, en una canal encajonada . En invierno será un magnífico corredor de nieve pero ahora, en Agosto, es un infierno de bloques descompuestos. Nos deposita en un aéreo collado con vertiginosa caida al frente. A nuestra derecha se eleva la cima de la Forcanada, cercana en distancia pero aún nos resta la trepada final de II. Dejamos las mochilas en un hueco de la pared, nos colocamos casco y arnes y comenzamos. La trepada es sencilla pero muy bonita, con mucho patio. Muchos agarres pero con la roca muy rota, hay que prestar atención a no tirar piedras al compañero que desde abajo sigue nuestro camino. Vemos tres anillas de rapel que en epoca invernal resultan útiles. Por fin, la cima.  Nos elevamos sobre una explosión de erizadas torres salpicadas de neveros en sus alturas y alfombradas de verde manto en su base. Las vistas al macizo de La Maladeta son magníficas. Fotos de rigor y para abajo. Al final no usamos los rápeles, vamos destrepando con cuidado.  Llegamos de nuevo a la mochila y descendemos por la ruta normal. Vemos el punto en que hemos cometido el error en la subida: en vez de continuar en travesia habíamos atacado la canal directamente. Las piedras dan paso de nuevo a la hierba, brillante y áspera. En el lago metemos los pies descalzos mientras damos cuenta de los bocatas. El reflejo del pico que acabamos de subir tiembla en las vibrantes aguas mezclado con los gritos de unos niños desnudos cubiertos de algas. El resto del descenso lo hacemos rápido hasta el coche de Pedro; al final se animó a llevarlo por la pista pedregosa. Y desde aquí a Viella para rematar el dia con unas cervezas bien frias mientras que en la retina aún permanece el verde intenso de los prados y el fulgor blanquecino de la roca.

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