BTT: Descenso del Danubio
Descenso de río Danubio en bicicleta desde Passau (Alemania) hasta Budapest (Hungría) pasando por Viena (Austria) y Bratislava (Eslovaquia). Acompañamos este emblemático río europeo atravesando en nuestro camino cuatro países con un total de 923 km.
TEMPORADA |
Estival |
TIPO DE RUTA |
Lineal |
KILÓMETROS TOTALES |
923 km |
DESNIVEL |
1532 m |
DURACIÓN |
13 dias |
DIFICULTAD |
Baja |
[ Cómo llegar ]
Vuelo directo sin escalas desde Madrid hasta Munich (Alemania) empaquetando nuestras burras en unas cajas para su transporte durante el vuelo. En Munich un tren nos deposita en Passau que es el punto de inicio de nuestro recorrido.
[ Descripción de la ruta ]
Antes de comenzar la ruta propiamente dicha tuvimos que solventar pequeños inconvenientes relacionados con el embalaje de la bicicleta dentro de las cajas que nos dieron para la bodega del avión. Desmontar pedales, deshinchar ruedas y aun así a Pedro le reventó el circuito hidráulico de los frenos por las bajas presiones durante el vuelo con lo que tuvimos que hacer una reparación de emergencia al llegar a Passau.
Además, para transportar la bici no puedes superar un peso total de 20 kilogramos, alforjas incluidas, con lo que en mi caso tuve que pagar un extra importante por cada kilo de más. El vuelo que cogimos era barato pero tenía el inconveniente de aterrizar en Munich a la una de la madrugada y lógicamente a esa hora no había trenes a Passau. Así que pasamos la noche en el aeropuerto intentando acomodarnos en las sillas de un bar y con un ojo abierto para que las bicis no desapareciesen. Sin haber dormido mucho, a la mañana siguiente cogimos el tren y llegamos a Passau en un día inusualmente soleado y caluroso.
Localizamos el Danubio y en una caseta de información y turismo nos hicimos con la documentación topográfica que nos faltaba aunque realmente la ruta de descenso de un río como el Danubio no tiene perdida.
Esta ruta es perfecta para hacerla con un montón de amigos como fue nuestro caso ya que el amplio carril que tienes siempre a tu disposición y el escaso desnivel que salvas te permiten dejarte llevar, charlar con la peña y disfrutar de las vistas que jalonan las turbias aguas del Danubio.
Sin duda, la mejor parte de la ruta desde el punto de vista paisajístico es la que transcurre por Austria ya que el Danubio se encajona en amplios valles cubiertos de bosques de abetos y el carril discurre con frecuencia entre túneles de frondosa vegetación. Esta es la zona de casitas idílicas con su jardín cuidado al detalle y muchas veces con sus puertas abiertas como símbolo de la tranquilidad y seguridad que se respira en este país. A veces tienes la sensación de encontrarte dentro de una burbuja de paz aislada del mundo. De hecho, cuando llegábamos a algún pueblo en ocasiones dejábamos las bicis tiradas en cualquier parte sin candar y nunca tuvimos problemas.
En una jornada especialmente calurosa, aparcamos las burras y entré en un bar a pedir unas cervezas bien frías. Como tenían mil tipos diferentes, para indicar al camarero cual quería le señalé la que estaban poniendo en ese momento a un cliente y debió verme tan hecho polvo por los kilómetros abrasadores que habíamos pasado que se la quitó a la persona a la que iba destinada y me la dio a mi. La verdad es que me supo a néctar de dioses esa cerveza de trigo bien fermentada y helada.
Una bebida que también triunfó durante esta ruta fue la Cofola, una especie de Coca- Cola local con un marcado sabor a regaliz y sin tanta burbuja. Pensamos que debía llevar un ingrediente secreto sumamente adictivo ya que invariablemente, al parar en algún chiringuito del camino a enjuagarnos el polvo y el sudor nos hinchábamos de Cofola.
En Eslovaquia y Hungría la ruta cambia bastante, el paisaje se abre y la vegetación da paso a llanuras más áridas y monótonas. Además el carril de bici perfectamente acondicionado que seguíamos por Alemania y Austria da paso a caminos de tierra y grava que en ocasiones sufrían desvíos y se alejaban de las márgenes del Danubio.
En Bratislava tuvimos ocasión de pernoctar en un barco destartalado anclado en pleno río que hacía las veces de hotel flotante. En los camarotes que nos dieron pasamos la noche acompañados de unas arañas que tenían más pelos que Chewbacca.
Recuerdo la jornada final en la que llegamos a Budapest. Comenzaba ya a atardecer y con los últimos destellos cobrizos en el horizonte apareció recortada la silueta del Parlamento con sus torres y sus cúpulas. Su visión ponía fin a nuestro periplo por el Danubio pero el colofón fue el paseo nocturno en barco que nos dimos por debajo de los puentes iluminados con millones de bombillas que unen Buda con Pest bebiendo champán al compás de una rapsodia húngara y los baños termales que disfrutamos al día siguiente para relajar nuestros desgastados músculos en el famoso Balneario Gellert.
[ Galería fotográfica ]