BTT: Vuelta a los países bajos

En esta ruta pedaleamos por los dos paraísos del cicloturismo: Holanda y Bélgica. Recorriendo una parte de camino del mar de Norte y pasando por ciudades tan emblemáticas como Ámsterdam, Brujas o Gante realizamos un trazado circular que a lo largo de casi ochocientos kilómetros nos permite disfrutar de las excelentes condiciones que presentan los países bajos para el turismo de bicicleta.

paises bajos

TEMPORADA

Estival

TIPO DE RUTA

Circular

KILÓMETROS TOTALES

789 km

DESNIVEL

976 m

DURACIÓN

14 dias

DIFICULTAD

Baja

[ Cómo llegar ]

Viajamos hasta Ámsterdam con la compañía holandesa KLM y con más problemas para empaquetar la bici de los que cabria esperar. Tuvimos que adquirir unas cajas de embalado especiales para bicicletas y también controlar el peso de las mismas. Además, solo por su tamaño, se facturan como equipaje especial con el consiguiente recargo monetario. Finalmente llegamos al aeropuerto de Amsterdan con un vuelo directo desde Madrid y tras desembalar y montar las bicis comenzamos rápidamente nuestra primera jornada de ruta saliendo en dirección a Haarlem.

 [ Descripción de la ruta ]

En el aeropuerto tengo la primera sorpresa de esta ruta y es que al recoger los equipajes veo que mis alforjas han desaparecido. Esto es un problemilla ya que todo el material para los kilómetros que nos esperan estaba muy pensado y medido en esas alforjas y de pronto me veo con mi pasaporte, la bici, que no se había extraviado, y nada más. Pongo una denuncia a la compañía aérea pero el papeleo es largo y no hay nada que hacer así que empiezo a comprar lo más indispensable para empezar: ropa ciclista, cosas de aseo…

Desde Haarlem contactamos rápidamente con la ruta del mar del Norte y tomamos el carril que a lo largo de los siguientes días nos llevará a pedalear a través de extensas playas y bosques de pinos con el telón de fondo marino.

Durante las primeras jornadas los días son soleados y la brisa del mar del Norte nos curte rápidamente de manera que cogemos el típico traje rojiblanco que es la marca inconfundible de cualquier cicloturista globero que se precie.

Holanda y Bélgica son dos paraísos del cicloturismo ya que en ellos la infraestructura de carreteras está montada para dar prioridad a los ciclistas. Además existe una red inmensa de carril-bici que en, en forma de cuadricula, recorre toda la extensión de los países bajos. Cada intersección de esta cuadrícula está marcada con un número de manera que cuando llegas a un cruce tienes señales de los diferentes números a los que puedes llegar desde tu posición actual. En casetas y oficinas de información te dan mapas en los que te viene la cuadrícula numerada de la zona en que te encuentras. De esta forma resulta casi imposible perderse y, lo mejor de todo, te permite planificar infinidad de rutas con multitud de variantes. Si un día quieres desviarte de tu ruta inicial para ver un pueblo que te acaban de recomendar lo puedes hacer sin abandonar en ningún momento el carril-bici y recuperar más adelante el camino que habías planificado.

Las noches las solemos pasar en los famosos bed & breakfast ya que suelen estar situados en el centro de las poblaciones y por 25 euros te dan lo que su nombre indica. Así, una vez acabada la jornada del día, aparcamos las burras y salimos a tomarnos unas cervecitas por el casco histórico de ciudades tan emblemáticas como Brujas o Gante.

Brujas, más que una ciudad, es un parque temático, un decorado medieval de casitas flamencas con las típicas cubiertas escalonadas y calles empedradas. Aunque está excesivamente centrada en el turismo es un placer darse una vuelta por sus plazas y sus canales. Gante, sin embargo, es una ciudad con más personalidad, con mucho turismo también pero sin la sensación de estar en un decorado de cuento de hadas.

Respecto al buen tiempo nos duró los cuatro primeros días y el resto, hasta completar los catorce de la ruta, tuvimos mucho viento y temperaturas gélidas en pleno Julio. Había días en que teníamos ganas de que acabara la jornada para dejar de tiritar y tomar algo caliente en cualquier sitio a resguardo. Son también buenos momentos para probar el material impermeable que trajimos (en mi caso que traía en la maleta perdida): botines, cubre alforjas, gore-tex,… Parece mentira lo que se puede echar de menos la luz del sol después de unos cuantos días de nubarrones. También recuerdo la imagen de mis compañeros más reacios a hacerse con un material adecuado con sus bolsas de plástico en las zapatillas echas jirones al acabar el día. La pandilla basurilla.

Al completar la vuelta, ya en Ámsterdam, nos dimos el clásico homenaje en un coffe- shop y el inevitable paseillo por el barrio rojo que puso punto final a la ruta.

En resumen, una ruta perfecta para los amantes de los terrenos llanos sin ningún tipo de desnivel, de los espacios diáfanos y de las buenas infraestructuras pero no para los del sol y el calor veraniego.

[ Galería fotográfica ]

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