ASCENSION: Pico Mont Blanc (4810 m) en los Alpes

Ascensión al Pico Mont Blanc (4810 m), máxima altura de la cordillera alpina y techo de la Unión Europea por la denominada “Ruta de los Cuatromiles” salvando un desnivel de 3400 m desde el pueblo francés de Chamonix.

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TEMPORADA

Estival

TIPO DE RUTA

Lineal

ALTURA MÁXIMA

4810 m

DESNIVEL

3400 m

DURACIÓN (I+V)

2 días

DIFICULTAD

PD+

[ Cómo llegar ]

Por la cantidad de material que llevábamos con nosotros optamos por alquilar una furgoneta desde Burgos hasta Chamonix con parada en Bilbao para recoger a dos miembros más del equipo. Haciendo turnos al volante salimos de Burgos al amanecer, nos pasamos todo una jornada de conducción intensa a través de las autovías españolas y francesas hasta que, ya de noche, avistamos las luces de Chamonix agazapado en el profundo valle que lleva su nombre.

[ Descripción de la ruta ]

Nuestra primera intención era atacar el Mont Blanc por su ruta normal: la que da acceso a su cumbre haciendo noche en el refugio de Gouter. Pero a pesar de que intentamos reservar para todos con bastante antelación es tal la afluencia de montañeros a este emblemático pico que no conseguimos plaza en Gouter. Esto nos llevó a considerar otra opción que consistía en la denominada “Ruta de los Cuatromiles”, pernoctando en tiendas de campaña al pie del refugio de los Cósmicos y pasando por cumbres adyacentes que sobrepasan los cuatro mil metros antes de alcanzar la cima. Menos frecuentada pero más exigente que la normal.

El albergue donde nos quedamos estaba situado en una zona algo apartada de Chamonix pero desde él se divisaba la imponente mole del macizo del Monte Blanco. Desde abajo lo primero que observábamos era un tupido bosque de pinos que más arriba dejaba paso al caos de agujas rocosas y aun más allá las nieves de las cotas más altas se fundían con jirones de nubes que manchaban el cielo.

Lo primero que hicimos fue enterarnos en la oficina de turismo del parte meteorológico para los siguientes días y aprovechar así la ventana de buen tiempo que nos permitiera afrontar la ascensión con garantías.

Chamonix es el pueblo montañero por excelencia, repleto de bucólicas casitas de madera con sus terrazas cuajadas de flores multicolores y sus innumerables tiendas de material alpino. El perro oficial de la zona era el Golden Retriever y la marca de moda La Sportiva.

Una vez controlado el tiempo preparamos el material y cogimos el teleférico que nos depositó en la aguja del mediodía. Es un fantástico mirador en donde se mezclan montañeros y turistas ávidos de ametrallarlo todo con sus cámaras fotográficas. De hecho, unos japoneses nos hicieron alguna foto al ver la pinta alpina que llevábamos.

Salimos de la guja por una fina arista de nieve en la que hay que prestar atención ya que un resbalón te llevaría de nuevo a Chamonix pero de una manera algo más desagradable que por el teleférico.  

Pasada la arista descendemos al pequeño valle bajo el refugio de los Cósmicos para plantar sobre la nieve nuestras tiendas desde las que saldremos para la cumbre al día siguiente. Una vez instalados subimos a los Cósmicos a cenar y entrar un poco en calor. Después, con las últimas luces, volvemos a nuestro campamento a intentar dormir un poco. Pasé una noche bastante mala ya que al meterme al saco una cantimplora mal cerrada cayó sobre él y lo empapó de manera que estuve dando vueltas y tiritando hasta que a la una de la madrugada sonó el despertador y salimos de las tiendas al frío nocturno. Vimos gente que había vivaqueado en un agujero en la nieve.

Nos encordamos y guiados por las frontales comenzamos la subida. Frente a nosotros se alza la pared del Mont Blanc de Tacul por donde discurre la ascensión. En ella se observa la clásica serpiente zigzagueante de luces, son los montañeros que han salido de los Cósmicos y nos preceden. Dejamos una cierta distancia con ellos por si tiran algo.

Más adelante amanece; el espectáculo es sobrecogedor: un estallido anarajando y rojizo incendia las agujas y hace reverberar el cielo. Las luces de Chamonix, todavía en la oscuridad, brillaban en el valle tres mil metros más abajo.

En la cima saqué la bandera de Sandra para la foto y de regreso tuvimos un incidente en la arista de la aguja del mediodía porque un montañero que iba delante nuestro cayó de rodillas y empezó a vomitar, Afortunadamente no fue mas que un susto y pudimos bajar sin más incidencias en el teleférico tras una jornada muy dura.

Pasamos unos días más dando una vuelta por el glaciar del mar de hielo para ver las Jorasses antes de volver a la carretera y enfilar la furgoneta en dirección a Burgos.

[ Galería fotográfica ]

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